jueves, 27 de diciembre de 2012

MENTIRAS DE LA DEMOCRACIA

Por: PEDRO PAGADOR SUÁREZ

En un principio el poder no fue democrático, era despótico, del griego “despotes”, que significa “jefe” ó “amo”, Después vino la “monarquía”, mando unipersonal. Al mando único lo sustituye la “oligarquía”, mando de unos pocos, viene del termino oligoi que significa “pocos”, con frecuencia eran los colaboradores del jefe o monarca.

La democracia, palabra compuesta de los términos griegos “demos (pueblo)” y “kratos (poder)”, nació en Atenas, la democracia es el poder del pueblo. Las polis griegas fueron ciudades independientes cuyo sistema democrático se basaba en una asamblea en la que podían participar todos los ciudadanos, bueno, las mujeres y los esclavos no entraban en esa categoría, en estas asambleas nombraban a aquellos que debían desempeñar los cargos públicos.

Este poder fue construido de forma artificial y en cierto modo tardío pues se basaban en las arbitrariedades de los que en ese momento estuviera en el poder.

Se tardó siglo y medio, años 620 y 593 antes de Cristo, en construir  las bases de lo que sería la democracia moderna,  cuando Dracón y Solón elaboraron las primeras leyes fundamentales, gracias a estas leyes se instaló la distinción entre las leyes de la Naturaleza y las leyes puramente humanas.

A partir de entonces los atenienses fueron gobernados por un nuevo poder abstracto e impersonal al que llamaron nomos “norma”, la persona que accedía al mando ya no podría gobernar a su arbitrio sino en el marco de la ley.


Después de esta breve historia de cómo se creó la democracia, veremos, según mi opinión, en que ha quedado este sistema de gobierno.

La palabra democracia, por mucho que se le magnifique, significa poco,  porque lo importante es ver lo que lleva dentro, esta palabra niega justo lo que afirma.

La democracia no es lo que parece. Ahora en el mundo todo se discute, hay congresos, simposios, mesas redondas, todo se discute, todo menos la democracia, porque se dice que es el menos malo que ha existido. Esto no es cierto, porque los que defienden la democracia nos tienen engañados, siempre en beneficio propio.


¿Dónde está la democracia? ¿Dónde está? – Reflexión de José Saramago (Premio Nobel 1998)


Es normal que todos tengamos nuestras preferencias políticas, cuando convocan elecciones podemos votar, escuchamos a unos y a otros, sacamos nuestras conclusiones y votamos, se forma el parlamento y se elije gobierno, a ese gobierno le damos el poder, pero ¿Qué poder?.


Todos sabemos que el poder está en otro lado, es el económico, el financiero, al que no se vota, el económico es el poder verdadero, presionando, exigiendo, asfixiando a los llamados países democráticos.

Después de hacer una inversión descomunal para elegir un gobierno “democrático” nos venos rehenes de lo que decida el Fondo Monetario internacional, que no hemos votado, de la Organización Mundial del Comercio, que tampoco hemos votado, por no decir de las empresas multinacionales.

Tenemos un sistema democrático regido por un  sistema no democrático.

La democracia se ha convertido en un instrumento del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder.

Karl Marx decía que la democracia era una zanahoria colocada en un palo y atada sobre el lomo de un burro para que pretendiendo alcanzarla el burro avanzara y nunca detuviera su marcha con la esperanza de cogerla. Es decir, una entelequia propia del capitalismo que dificulta que el obrero en su condición de esclavo mantenga con su esfuerzo una superestructura que prostituya su condición y vive a expensa de él.


Quizás seamos nosotros, con nuestras iniciativas, nuestras luchas, nuestros pensamientos,  podamos cambiar esta democracia burguesa que está al servicio del capitalismo.

POR QUÉ ESPAÑA NO ES UNA DEMOCRACIA
Fuente: Antonio García Trevijano
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Por varias causas concatenadas cuyos eslabones históricos nos dan  la perspectiva de la  singularidad española en el contexto europeo. Pero antes de sopesar la cadena que retiene a los españoles en la servidumbre voluntaria, conviene saber a qué nos referimos con la palabra democracia, un vocablo que tiene dos significados, dos dimensiones y dos valoraciones distintas. La democracia política o formal y la democracia social o material. Aquella se define por la naturaleza no ideológica de las reglas de juego garantistas de la libertad política. Ésta, por la extensión del campo de aplicación de la igualdad social.

La democracia política puede ser definida científicamente por sus dos requisitos sine qua non: sistema representativo de la sociedad civil y separación en origen de los tres poderes estatales. El primero lo cumplen en Europa solamente Suiza, Francia y Gran Bretaña. El segundo, Suiza y a medias Francia, pues su Gobierno presidencial, necesitado de la confianza de la Asamblea legislativa, no realiza la separación de poderes.

Acabadas las experiencias socialistas en Europa oriental, la democracia social ya no indica un Régimen de poder, ni un concepto definible, pues solamente designa la tendencia a la igualdad como criterio legislativo.

En oscilación pendular contra la tradición del Estado autoritario, España ha pasado a uno de los primeros lugares europeos en igualdad de derechos sociales, salvo los de prioridad y los económicos, uniendo así la mayor potencia política de la oligarquía financiera a la mayor demagogia en los partidos, medios de comunicación y opinión.

Por lo que aquí se dice, somos el pueblo más izquierdista de Europa. Por lo que se hace el más derechista.

Desde el punto de vista de la libertad política, que no tiene, somos el más reaccionario, es decir, el que menos la quiere tener. Y en lo referente a la honestidad pública, cuyo primer lugar corresponde a Suiza, España es la más corrupta. Incluso más que Italia.


En España no hay democracia por una razón moderna y dos razones tradicionales.

Lo moderno fue el pacto de la vieja oligarquía económica con la nueva oligarquía política, fraguada con el consenso entre dirigentes fascistas y jefes de partidos clandestinos, que impuso, a la muerte de Franco, una Constitución fraudulenta, elaborada en secreto, aprobada por una asamblea legislativa sin poderes constituyentes y ratificada en un plebiscito (no referéndum electivo),  para salvar en bloque a la Monarquía y a la clase política franquista, a cambio de olvidar el pasado, licenciar el presente y entregar el futuro a una sinarquía de partidos y sindicatos financiados por el erario público y convertidos en órganos del Estado.

Aquel consenso constitucional, aquella traición a la causa democrática de la oposición al Régimen franquista, apadrinada por Kissinger y financiada por la socialdemocracia alemana, repartió todos los poderes del Estado entre partidos estatales, según la cuota obtenido por cada uno, en elecciones proporcionales de candidatos obedientes al mandato imperativo del jefe del partido que hace la listas.

De este modo, el ganador en las urnas reuniría en sus manos el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial, sin posibilidad de control, pues también tendría mayoría  en las Comisiones del Parlamento. Estando prohibido en la Constitución el mandato imperativo, se creó un Tribunal Constitucional, también designado por los partidos, para impedir que todas las leyes fueran declaradas inconstitucionales por infringir esa prohibición.

Y para completar el reparto de poder en el zafarrancho de las ambiciones, se otorgó carta blanca a los nacionalismos periféricos, llamando nacionalidades a las regiones y equiparándolas con un régimen general de Autonomías.

El reparto autonómico multiplicaría por diecisiete el gasto público y las ocasiones de corrupción.

Este Régimen partidocrático tropezaba con la dificultad de ser homologable con la Europa de los Seis, donde solo contaba con el beneplácito de Alemania. La Francia de Mitterrand despreciaba la reciente partidocracia española. Italia no la deseaba como rival mediterráneo.

Y para que aquí no hubiera democracia vino en su auxilio la primera razón tradicional. El sacrificio de los ideales políticos a los intereses económicos. España aceptó su ingreso en la Comunidad Europea a cambio de verse reducida a un país de servicios, a un mercada para la industria alemana y la explotación de patentes y franquicias europeas, con una agricultura y ganadería subvencionadas en función de las necesidades francesas e italianas.

La segunda razón tradicional de que no tengamos democracia es la razón cultural de la brevedad de la II República y la duración de la dictadura más allá de la generación vencida.

El Renacimiento español, sin la potencia del italiano, el holandés o el inglés, no propició la recepción de la Reforma y acentuó el  absolutismo de La Iglesia.

La Ilustración española fue ridícula, comparada con la francesa, la escocesa, la alemana y la napolitana.

La guerra de Independencia rechazó el afrancesamiento, la cultura ilustrada y la Revolución.

La ausencia de Industrialización trajo la sindicación anarquista y el desprecio a la investigación. La pequeña burguesía se asimiló a la clase obrera.

La grande, a la aristocracia. La profesional a un modo decoroso de vivir sin pensamiento propio. La vida pública a un modo deshonesto de vivir sin libertad.

Ante la quiebra financiera de la corrupta Monarquía de los Partidos, la desarrollada sociedad civil tiene condiciones objetivas para emprender La Revolución republicana de la libertad, si la parte más consciente de la sociedad le aporta las condiciones subjetivas.
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Resumiendo, esta es la Democracia que domina el mundo con países intervenidos por FMI auspiciado por Alemania, como son  Grecia, Italia, Portugal e Irlanda. Y España con 25 % de paro, 11 millones de personas en el umbral de la pobreza y los Bancos enriqueciéndose a costa de todos los españoles.


PEDRO PAGADOR SUÁREZ





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