viernes, 25 de enero de 2013

CARTA DEL TRUENO DE SIÓN A JOSEP PAMIES: "CONTRA LA INDULGENCIA"

Por: TRUENO DE SIÓN


SALUTACIONES

El Trueno de Sión a Josep Pamies:
Si deseas leer el artículo "PARA QUE LUCHAR CONTRA EL SISTEMA, SI EL SISTEMA SOMOS TODOS" (Descarga en PDF), que ha motivado esta Carta Abierta, Haz clic AQUÍ.  

La consideración que siento hacia todos los que aman la vida, es la fuente de mis inquietudes.

Vivimos en una época en la que continuamente muchos nos ofrecen el milagro de las soluciones para este mundo. Aparte de estos consejeros, la mayoría de las veces bien intencionados, existe también la versión oficial del sistema.

Todos estos conceptos de ideas naufragan constantemente como consecuencia de excluir radicalmente cualquier antropomorfismo de las buenas costumbres y de las actitudes para con la VIDA. La conciencia y la razón separadas confunden el sentimiento humano y lo convierten en un perro de paja, mientras dura su bienestar, hallan la interpretación de la vida muy acorde a sus ideas. Sin embargo, cuando les viene la crisis, las enfermedades, los conflictos, el paro, etc; la corriente de esa vida se aparta de ellos.

Todo lo que existe está condenado a morir, esta afirmación abriga el concepto de que el mundo de las manifestaciones se basa enteramente sobre la polaridad de la razón, dejando al margen al universo de la conciencia. No conviene imaginarse los estados de conciencia como principios originales estáticos, sino como un proceso de continuo desarrollo y transformación. Este proceso es producido como consecuencia de ejercer una serie de valores y actitudes por aquello de que “somos lo que comemos”, como también somos la música que escuchamos, la educación que sentimos y el ejercicio que practicamos, la medicina que nos atiende y las relaciones con los que nos rodean. Esta ley de las seis actitudes hace que todas las evoluciones o involuciones (dependiendo de la buena praxis de dichas actitudes) transcurran de una forma determinada. Al contemplar el eslogan del presente escrito: “Para qué luchar contra el sistema, si el sistema somos todos”, observamos que dicho eslogan no deja de ser cierto en la medida en que constituye la fuerza y el poder del sistema que se ha desarrollado en este tiempo.






A partir del libre albedrío en el que vivíamos antes de la llegada de la televisión, se ha impuesto hoy día, de forma muy sutil, una aberrante razón alienativa y los cambios que se han ido produciendo en el hombre han sido muy potentes y graduables, de manera que el hombre no puede reconocer lo que pasa sin confundirse. Él cree que lo que piensa es lo correcto, pero lo que ocurre, en realidad, es que el hombre es un producto del sistema y este, a su vez, lo ha globalizado. Aunque en apariencia puedan existir muchas tendencias, en algunos aspectos de la vida, por lo general, “todos los caminos llegan a Roma”. Lo que actúa en el hombre de hoy día es una tendencia ciega inmanente contranatural por cuenta de los poderosos del sistema que un día se adueñaron de la transmisión de las tradiciones culturales y de la vida cotidiana del hombre.


La conciencia no es algo material, sino el origen de todo sentido; es lo único libre que posee el ser humano, que depende de sí mismo, mientras que todo lo demás recibe su razón del mundo exterior, este es equiparable a un gran océano que fluye constantemente y lo inunda todo.

A. M. F., El León, un analista que se hacía pasar por este hombre fue a visitar a su amigo Tzu Hang, médico alquinaturista, el cual le preguntó:

  • ¿Qué son los cuatro mares?
  • Tzu Hang le respondió:
  • Son los “grandes oleajes” que constituyen el mantenimiento del sistema y son los siguientes:
- Los ricos y las multinacionales
- Los medios de comunicación
- Las ONGs
- Los indulgentes

Con los ricos y las multinacionales ejerciendo su poder, la esencia de sus actos se despliega en la realidad del mundo que conocemos. Los medios de comunicación nos muestran las imágenes de las cosas que son las semillas del árbol del sistema. La flauta de la caridad representa a la “Tierra”, un mundo miserable de desigualdades, donde hay guerras, hambre, etc y todo ello, para que el sistema quiera blanquear con la limosna. La flauta de la equidad pertenece al Cielo, un mundo con derechos universales para todos. El mundo de la justicia es el  mundo del orden y cuando este emana dignamente, el hombre que no es recto, sabe a qué atenerse, el mundo de la indulgencia es caótico porque si el bárbaro no tiene nada que temer, invade el mundo y acaba con el inocente.

Después de haber escuchado esto atentamente, El León dijo:

  • Sabía de dónde nace el poder de poseer los bienes ajenos y de cómo estos poderes utilizan a sus mercenarios informativos para aderezar sus actos abominables. Sin embargo, la gente piensa que las ONGs hacen una buena labor humanitaria amparando a los más pobres y necesitados.
  • Sí, contestó rápidamente Tzu Hang, el hombre bueno debe socorrer al necesitado. Sin embargo, conviene establecer las diferencias entre el hombre bueno y el hombre justo. “El bueno” puede tener intenciones y perseguir finalidades para la automatización de la finalidad sin ninguna resolución de independencia básica del pobre es un contrasentido y a veces sospechosa y máxime, cuando estas iniciativas están subvencionadas en la mayoría de los casos por los grandes poderes y gobiernos del sistema.  Por el contrario, el hombre justo debe dar la limosna, pero al mismo tiempo, no debe dejar de hacer un análisis crítico de la situación de marginalidad del pobre, ha de preocuparse en ver y conocer la naturaleza de las causas y luchar para intentar cambiarla.
  • Creo que lo has explicado bien y lo he entendido —contestó El León. Ya solo queda que me hables de la indulgencia, ¿es qué acaso no es bueno perdonar?
  • Sí, dijo Tzu Hang. Sin embargo, el mundo de las transgresiones es el que conviene a todos en el mundo del mal por culpa del deseo de la avaricia, de la codicia, del robo, del asesinato, de la violación, de la mentira, etc. Es por ello, que más que fomentar el perdón, hay que procurar la justicia. Frente al exagerado énfasis en reinsertar a los ladrones, violadores, criminales, etc; sería más justo optar por proteger a las víctimas inocentes de estos delincuentes, ya que la mayoría de ellos son incorregibles y persisten en sus hechos delictivos. No se trata en absoluto de exponer una teoría para comprender la naturaleza de estos transgresores y del camino que les conduce a sus actos, hay que analizarlos desde un punto objetivo.

Los hechos concluyentes de la naturaleza humana

La gente no es buena o mala por el hecho de querer o no querer serlo, sino que existen elementos fisiológicos que lo determinan. Hay miles de neuronas que poseen una información estereotipada alterada en contraposición con el Arquetipo que nos indica un comportamiento correcto y moral que define el Yo. Este Yo personal que se convierte en deseo es difícil cambiarlo, aunque no imposible porque ha entrado en una dinámica irreversible. Es más, estos mismos deseos se alimentan de la conciencia que actúa según una ley fija, dicha ley está basada en predisposiciones cognitivas aprendidas y heredadas (caracteres genéticos) que marcan la conciencia del ser.

Solamente es posible a través de la represión porque “es mejor la represión del sabio que la canción del necio” (Salomón) y de la educación en las buenas costumbres a lo largo de las generaciones para poder así eliminar esta tara de maldades en el hombre.

Nunca la justicia debe obrar por venganza, sino como una forma de resarcir a aquella persona que sufrió el atropello delictivo y así poder crear un precedente de orden social. Si al que delinque se le perdona y nada le ocurre, hasta los que no son delincuentes empezarían a cometer delitos y todo se convertiría en un caos. La contemplación de la injusticia social no es más que una estrategia lanzada por los indulgentes para defender el orden establecido y aderezado con la palabra perdonar, lo cual  le da una gran dimensión al mundo de la demagogia. Así, mientras los del perdón tienen su dinero, sus trabajos, sus casas,  su bienestar, su orden, etc… otros se mueren de hambre, son asesinados, ultrajados, violados y miles de cosas más.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”.
                                                                                     (Mateos 5:6)


Después de haber escuchado atentamente las palabras de Tzu Hang,
A.M.F., El León, le dijo:

  • Hablaré con El Campanero Cósmico para que le diga a La Madre que ejerza su poder para cambiar al hombre.



TRUENO DE SIÓN


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