lunes, 13 de enero de 2014

LA ESPERANZA DEL ALQUINATURISTA

Por: MANUEL RAMOS

      Una de las decisiones más importantes que debemos tomar en la vida es muy sencilla: ¿servir a Dios, intentando que su obra se imponga para que la justicia y la equidad gobiernen la tierra, o servir al Diablo, cuya cara es el capitalismo salvaje y sus valores, el dinero a costa de cualquier precio para satisfacer los egos de un hombre desequilibrado?

      El camino del alquinaturista es duro, cargado de sufrimientos, trampas y sinsabores. Sin embargo, hay algo que nos hace seguir en pie y mirar hacia delante: la esperanza. La esperanza que nos promete el Apocalipsis y que nos brindan las Escrituras que nos avisan que el camino es largo, pero que al final, la recompensa supera con creces cualquier padecimiento. Cristo murió en la cruz por esa promesa y tenemos que ser conscientes que todo tiene un final. Tal vez no seamos los elegidos pero debemos regocijarnos con al menos, si no fuésemos los sellados, saber que hemos cumplido con nuestra obligación como cristianos y que a pesar de las acechanzas del Diablo, sus tentaciones, demonios, virus… nos mantuvimos fieles en la creencia de que podíamos cambiar este mundo e instaurar la verdad y la justicia entre todos los hombres.


    Triste es ver cómo los impíos, los idólatras, los fornicadores y demás hombres que se alejan del Sentido, viven con regocijo, risas y “pareciendo” que sus vidas son maravillosas y ajenas al dolor. Pero el viento cambia tan rápido que a veces, no te da tiempo de ajustar las velas y en medio del mar, “Roma no paga a traidores”. Justo es ver caer a quienes no han atacado y hecho daño durante tanto tiempo y máxime, si el Juez no es uno mismo, sino las leyes de la Naturaleza que son eternas, como Dios.


    Nuestro trabajo debe consistir en purificarnos con el alimento, el deporte, la ética, las relaciones, la educación de todos los que nos rodean y el flamenco, la música de Dios. Debemos transmitir este mensaje ajeno a falsas religiones, estereotipos y mentiras, y servir de ejemplo para construir una sociedad más justa, para construir un hombre nuevo...

MANUEL RAMOS


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